EL LIBRO ROTO
La noche en que la olvidé…
Que sin permiso me tiene el
olvido
que entró a mi vida sin previo
aviso.
Quizá, quizá sea el tiempo de
olvidarla,
de que si estas estrellas a la
noche formaran la silueta de su sonrisa noticia de ello ya no tenga,
y con razones para escribirle
en esas hora ya no me entretenga.
El ambiente ha perdido ya el
aroma a jazmines,
el tiempo, ese maldito enemigo,
ya ha borrado nuestros besos,
ya no queda nada de todo
aquello,
sino un lamento, un frustrado
lamento,
que sombrío se esconde en la
noche para posarse, por siempre, en el fondo de mi alma.
Que triste la vida de quien no
ama,
pero más triste la vida de
quien ya no ama.
Son frías las noches en
soledad,
pero tan tibias las noches sin
amar.
Bajo el cielo celeste yo disfruté
tanto su canto,
su voz, su rostro, sus ojos,
sus besos.
Fue todo en vano.
Al final, ni una sobra me queda
y todo se marcha en el viento.
Un sueño, eso es lo que
quedará, un simple sueño,
de que cuando la luz en su
interior se apague, sea yo quien la pueda encender.
Pero ni aquello me queda ya.
Tal vez el tiempo lo cure, pero
tardará en cicatrizar.
Y el tiempo será mi enemigo más
preciado en este desamor...
Que sin permiso me tiene el
olvido, mi amor,
que te ha llevado de mi vida
sin previo aviso...
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