Amnesia ST1-01
Zipi
Temblaba incesantemente y no comprendía su tiempo ni
espacio. Lo primero que percibió fue un destello tan brillante que traspasó
fácilmente sus párpados, seguido de un dolor punzante en las cienes que se vio
acompañado por un penetrante e incómodo sonido sordo. Luego de aquella fugaz
tortura, levantó la mirada. Advirtió que frente suyo se encontraba, imponente,
la impactante estrella que iluminaba todo su entorno, como si se tratara de una
sola luz encendida en la habitación desconocida en la que había despertado.
Intentando despabilarse de lo que fuera un sueño, frotó sus ojos y allí observó
nuevamente e inmóvil aquel enorme astro. Pretendiendo encontrar una respuesta a
su alrededor de todas las preguntas que su estado de desorden logró formular,
notó que se hallaba en una nave espacial que lo condujo por un viaje sideral
con destino al inmenso sol que contemplaba. A pesar de ello no pudo comprender
el sentido de todo aquello hasta transcurrido cierto tiempo, y hubiese deseado
nunca tener la intención de querer despertar del sueño.
Dejó a un lado el asiento que lo inmovilizaba.
Inmediatamente, notó su reflejo en una superficie curva sobre el muro de la
nave, pero no reconoció a nadie que hubiese visto anteriormente. Un sentimiento
de soledad rodeó su cuerpo en ese instante. Con cierta lentitud espectral, giró
su cuerpo envuelto por el traje espacial que la misión desconocida le había
provisto. Habría pasado, fácilmente, un minuto para que notara la inquietante
escena que se encontraba justo detrás de él. Allí yacía sobre el suelo, inmóvil
e indudablemente exánime, el cuerpo de una persona ¿Quién era? No lo sabía,
pero seguramente habría sido su compañero en, hasta ese momento desconcertante,
pero ahora espeluznante, viaje espacial. Tropezó, helado y conmovido por el
sorpresivo y para nada analgésico espectáculo que se le había surtido, contra
el asiento de mando. Acto siguiente gateó pausadamente hacia el gélido cadáver.
Notó que sobre el pecho tenia clavado un objeto fino y brilloso. Aquel elemento
había atravesado no solo el traje espacial, sino que logró traspasarlo hasta
llegar a su corazón y de esa manera, cruel y aterradora, causarle su muerte.
Asustado por no recordar lo acontecido y por desconocer lo que podría haber sucedido
al otro tripulante de aquella desabrida nave, se irguió y la examinó en busca
de quien hubiese sido el asesino de aquel pobre hombre o de alguna otra
respuesta un tanto más confortante que calme su creciente angustia.
Tras fácilmente treinta minutos de búsqueda sin
hallazgos, contempló el ordenador que se encontraba junto a la caja de
navegación de la nave. Luego de activarlo y traspasar el sistema de seguridad
por voz de la máquina, escuchó por primera vez su nombre desde que despertó en
esa pesadilla, pero aun así no recordó haberlo escuchado nunca. Seguidamente se
introdujo dentro del sistema y notó la presencia de un archivo de audio y video
titulado "Bitácora ST1-01". No dudó entonces en abrirlo esperanzado
en que allí encontraría, o al menos se acercaría, a un dictamen de todo
aquello. Al comenzar la trasmisión lo primero que contempló fue el rostro que
había visto en aquel reflejo de las paredes de la habitación, a pesar de que de
todas formas no se reconoció a sí mismo en esa fisonomía.
Al terminar la reproducción, pálido, sombrío e
inmóvil, contempló el espacio y comprendió que el universo, aunque sea un lugar
alucinante, sobrecogedor e incomprensible, aun así más temible puede ser el
temperamento humano.
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